Publicado por : María García Esperón mayo 13, 2013

Fuente: La Jiribilla

ENRIQUE PÉREZ DÍAZ

Guardián de ilusiones
Lisandra de la Paz • La Habana, Cuba
Fotos de Archivo


Allí, en la Feria Internacional del Libro Infantil de Bolonia, en Italia, se hizo oficial la noticia. Enrique Pérez Díaz, el periodista, el crítico, el investigador, el editor, el director de la Editorial Gente Nueva, el escritor de muchos de los libros de infancias miles, integra la nómina del jurado de la próxima edición del premio que se concede, cada dos años, a un escritor y a un ilustrador como reconocimiento a una contribución duradera a la literatura infantil y juvenil, el Premio Hans Christian Andersen.

Minicuentos de hadas; La gran fiesta de los bichos; El (des) concierto de los gatos; País de unicornios; Monstruosi; Las cartas de Alain; El payaso que no hacía reír; ¿Se jubilan las hadas?; Minino y Micifuz son grandes amigos; Escuelita de los horrores; El fantasma soñador y la princesa; Cuentos a caballo; y Los escritores somos vampiros… de historias, todos títulos de este autor incansable si se trata de hacer feliz a los niños, han sido algunos de los libros que avalan su trayectoria. En algunos casos, han sido textos publicados por editoriales cubanas; en otros, por extranjeras, y traducidos a varios idiomas.

Enrique Pérez Díaz, además, ha merecido premios como La Edad de Oro, Pinos Nuevos, Ismaelillo, Abril, La Rosa Blanca de la sección de Literatura Infantil de la UNEAC y la Mención Especial del Premio Iberoamericano Para Leer el XXI, de la Organización Internacional para el Libro Juvenil (IBBY), de la cual es miembro desde el año 1993. A todos estos reconocimientos se agrega, a partir de ahora, esta nominación —Enrique es el primer cubano a quien otorgan tal comisión.

En la década del 90, comenzó a investigar acerca del Premio Hans Christian Anderseny, desde ese entonces, lo ha seguido muy de cerca. ¿Considera Enrique Pérez Díaz un reconocimiento por ese trabajo —y por su desempeño durante todos estos años dentro de la narrativa infantil— el hecho de convertirse en el primer cubano miembro del jurado del Andersen para su próxima edición?

Lo considero un reconocimiento y una prueba de confianza del ejecutivo internacional del IBBY (Organización Internacional para el Libro Juvenil) y de la presidenta del jurado María Jesús Gil; y tengo que agradecer sin falta a Emilia Gallego, presidenta del Comité Cubano del IBBY, que siempre quiso que yo estuviera en esa organización a la que pertenezco desde 1993, y realmente fue ella quien hizo esta propuesta.

La investigación durante todo este tiempo alrededor del Premio avala, ciertamente, la inclusión en el jurado, pero igual hay muchas personas que conocen muy bien la literatura que se está escribiendo, que se está publicando en diferentes países del mundo, y no hay que ser un especialista en el Andersen para estar en el jurado, no es algo imprescindible. En este caso, coincidió que yo me había dedicado a estudiarlo desde el día en que leí un artículo sobre el Premio de Alga Marina Elizagaray en publicado en Revolución y Cultura. Me llamó mucho la atención, porque vi una serie de autores que, en aquel momento, yo apenas conocía, aunque mencionaba algún que otro que sí había leído. Me fui con verdadero interés y casi obsesión a buscar libros de estos autores en las bibliotecas y, efectivamente, allí estaban, pero nadie sabía que eran premios Andersen. Primero escribí un artículo en El Caimán Barbudo, y luego creé, en el diario Juventud Rebelde, una columna sobre autores contemporáneos, y muchos de los que incluí, por supuesto, eran de la nómina del Hans Christian Andersen. Eso ilustró de alguna manera a muchas personas de mi generación que empezaban a escribir, porque les fue dando, a través de esas obras, una perspectiva de los temas que se podían abordar; sobre todo cuando me referí a María Gripe, a Lygia Bojunga Nunes, a Tormod Haugen, autores que estaban de moda en aquel momento. Luego, han salido otros que se sitúan en diferentes líneas, y también en la línea que yo he dado a llamar “de la problematización” de la literatura para niños. Ese paso me puso en seguida en contacto con numerosos autores. Después, por razones de circunstancias, me eligen presidente de la Sección de Literatura Infantil de la UNEAC; desde donde estuve muy al tanto de todo lo que ocurría en la Isla, y a partir de ese entonces he estado leyendo muchos libros de los colegas que van surgiendo, y que he visto nacer en clases que he impartido…, sin embargo, nunca abandoné el Premio, siempre me mantuve actualizado.

Imagen: La Jiribilla
Con Lygia Bojunga Nunes en Cartagena (2000)


Existen autores ganadores del Andersen más contemporáneos que no conozco del todo porque tienen una obra poco traducida, pero sí me he dado a la tarea de buscarlos, de estudiarlos, de recopilar entrevistas, escritos de ellos mismos, discursos de aceptación de cuando recibieron el Premio, mensajes por el Día Internacional del Libro Infantil... En el año 2010, la Editorial Gente Nueva confeccionó una antología que se llamaAntología de los Premios Andersen, un panorama de todos ellos, y que además se concibió especialmente para su difusión en bibliotecas escolares. Y bueno, yo también había escrito, por otra parte, una historia de los Premios Andersen hasta ese momento, que ahora estoy rescribiendo, y ya una universidad está interesada en publicármela.

Realmente, el trabajo de jurado es muy gratificante, aunque tendré que leer bastante, y en otros idiomas —lo que es un reto—. Son 60 autores entre escritores e ilustradores de 34 países. Pero es un jurado más, que va a hacer lo mismo que hacen tantos otros en los que estoy al año, desde un Premio provincial, un Eliseo Diego, un La Edad de Oro, un Ismaelillo, el Casa… Un jurado más, aunque de otra envergadura. Sí creo que eso me va a acercar de alguna manera al Premio, a todo lo último que se ha publicado, para seguir estas investigaciones. Me he comunicado con autores que lo han recibido y es una experiencia muy bonita; son personas absolutamente sencillas, desinteresadas. Algunos han publicado en Cuba, como es el caso de Lygia Bojunga Nunes y Ana María Machado, las dos brasileñas, y el noruego Tormod Haugen, que por desgracia murió. Tengo asimismo contacto con varios de los nominados este año, incluso con el venezolano Fanuel Hanan Díaz, otro jurado. La obra que más conozco es la de la italiana Bianca Pitzorno que ha publicado bastante en Gente Nueva, y se ha traducido al castellano en muchos países, y la de la argentina María Cristina Ramos, porque es fácil conocer lo que se publica en el continente, sobre todo por los congresos de lectura que se hacen en Cuba.

Con James Krüss en Canarias


En la pasada edición, el Premio Andersen le fue otorgado por vez primera a una autora de habla hispana —latinoamericana además—, la argentina María Teresa Andruetto. ¿Qué importancia le concede a este acontecimiento, conociendo la tradición europea de la literatura infantil y de este Premio que se otorga desde el otro lado del mundo?

Tiene tremenda significación. María Teresa es una autora muy destacada y reconocida. En Argentina es muy difícil que uno tenga esas dos categorías juntas: destacado y reconocido, porque todos son buenos; es lo mismo que en Brasil o en Colombia, donde hay muchos autores interesantes. Ella, casualmente, estaba en Cuba cuando la postularon; y visitó un Congreso de Lectura. Es, además, una autora de nuestro catálogo; la Editorial publicó el Caballo de Chuang Tzu, que se está reimprimiendo, y ahora estamos por publicar otro libro: Benjamino, muy original, y que quedó muy bien ilustrado.

El IBBY, como política, ha ido ampliando sus fronteras para abrirse al mundo y para ir buscando que se represente, de verdad, lo que está ocurriendo en este género en todo el orbe, tanto en lo gráfico como en lo escritural. Cuando estudiamos la historia del Premio, nos damos cuenta que era un galardón muy europeo; pero lógico, la mayor parte de la tradición de la literatura para niños es europea, es anglosajona, es germana —y una rusa, que por razones obvias, de traducción, se ha quedado en otros sitios—. A esta tradición se le han ido sumando la presencia de latinoamericanos, de personas de la India, de África, de Asia… Hay, además, un miembro del jurado griego, una italiana, uno de Teherán, dos latinoamericanos…

¿Cree que se repita lo que sucedió en la edición 2012 y gane el Premio un autor latinoamericano?

Posibilidades tienen todos, incluso hay carreras literarias en Cuba que avalarían en algún momento recibir el Premio. La organización tiene, sin embargo, una política. Como es autofinanciada, son las secciones nacionales de cada país las que envían a sus candidatos; esto tiene un coste. Esta situación puede poner en desventaja a países menos favorecidos económicamente, aunque tengan políticas de difusión de la lectura... Históricamente han existido las barreras lógicas por las distancias geográficas, idiomáticas, de toda índole; incluso los japoneses que han apuntado tanto al Premio, han tenido solo un escritor ganador: el poeta Michio Mado y solo dos ilustradores: Suekichi Akaba y Mitsumasa Anno. Pero por la calidad de la obra, por el reconocimiento, incluso dentro del ámbito latinoamericano, hay numerosos autores del continente que pueden ser dignos candidatos, incluyendo los cubanos —aunque nunca antes se haya nominado uno, imagino por estas razones.

Con Katherine Paterson, La Habana, 2001


Existen otros dos premios Hans Christian Andersen, considerados alternativos. ¿En qué se diferencia este de los otros?

Este tiene el mérito de nominar autores e ilustradores de todas las partes del mundo, y no tiene un sentido comercial. Busca autores que con su obra hayan aportado a los principios de la organización, para fomentar el entendimiento, la valoración y el reconocimiento de la diferencia como algo existente, como algo que debe existir igual; el IBBY tiene ideales de paz. No se premia el libro más vendido ni el autor más publicado, sino el que refleje mejor los valores que promulga la organización.

¿Qué misión siente Enrique que le espera cumplir como jurado de este Premio?

En todos los concursos, cuando compito o valoro, siempre digo: “Que gane el mejor”, y en este caso tiene que ser el que refleje en su obra los ideales del IBBY. Este jurado está formado por diez personas, y habrá criterios muy distintos. Se supone que nos reunamos el año que viene en la Biblioteca de la Juventud, en Múnich, Alemania, y allí se entregará el Premio; por supuesto, antes podemos tener algún que otro intercambio, y los jurados defenderán, según su ética y credo literario, lo que entiendan que pueda ser el Premio en esta o aquella modalidad.

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