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- Un espejo para mirar la infancia. Entrevista con Enrique Pérez Díaz en La Jiribilla
Publicado por : María García Esperón
junio 01, 2012
ENTREVISTA CON ENRIQUE PÉREZ DÍAZ,
DIRECTOR DE LA EDITORIAL GENTE NUEVA
Un espejo para mirar la infancia
Yinett Polanco y Martha Ivis Sánchez • La Habana
Fotos: Víctor Junco (La Jiribilla)
Fuente: La Jiribilla
Para la generación que entró en la adolescencia a mediados de los años 90, Enrique Pérez Díaz es, ante todo, el creador de Escuelita de los horrores, uno de los libros más divertidos dentro de la literatura para niños y jóvenes de los últimos 20 años en Cuba, pero bastante atípico dentro de su contexto por el uso de la parodia y la intertextualidad. Periodista y escritor prolífico, es autor de más de una decena de libros, algunos de ellos aún inéditos. Enrique es, además, desde hace un lustro, el director de Gente Nueva, Editorial insigne en la publicación para estas edades y que por estos días cumple 45 años. Horas antes de la inauguración de los nuevos espacios con los que Gente Nueva celebra su aniversario (una librería, una ludoteca, una galería), Enrique nos recibe en esta institución que a pesar de sus más de cuatro décadas de vida sigue teniendo un espíritu joven.
Gente Nueva arriba a su aniversario 45. Al volver la vista atrás ¿cuánto han cambiado los sueños iniciales que impulsaron su nacimiento?
Quienes cuentan la historia afirman que de la matriz de la Imprenta Nacional de Cuba, dirigida por Alejo Carpentier, y de la Editora Nacional de Cuba, que dirigió Herminio Almendros, surgió Gente Nueva en el año 1967. Inicialmente, los libros se publicaban según lo que llegaba, la Editorial estaba muy volcada a las adaptaciones de leyendas, de los clásicos, y a publicar, por supuesto, los primeros libros de las figuras cimeras de los años 60 en Cuba.
En 1972 se creó el Premio La Edad de Oro, luego se convocó a un fórum de literatura para niños organizado por el Ministerio de Cultura y el Ministerio de Educación y a partir de ahí, junto con la creación del Premio empezaron a salir hornadas de autores cubanos. Muchos de ellos han sobrevivido al tiempo, otros tuvieron una producción que fue quedando atrás, porque respondían al tipo de literatura de la época.
Luego, en los años 70 y sobre todo en los 80 se inició un gran proceso de coediciones con los países del Este. Ahí, la Editorial cambió nuevamente su línea y es la época, recordada por muchos, de todas las grandes selecciones de cuentos populares rusos, los libros plásticos para que los niños se pudieran bañar con ellos, los libros de juegos, los troquelados. Fue una época de oro en cuanto al arte del libro. También en lo publicado había obras muy buenas, pero solo respondía a la literatura del Este, es decir, de Bulgaria, Rumanía, Hungría, Alemania, Checoslovaquia, por supuesto, tenía un fuerte movimiento, pero entonces los autores cubanos no publicaban mucho, si acaso, adaptaciones que hacían de esas mismas historias.
En los 80 se produjo el despertar de una literatura con otros intereses a través de figuras como Antonio Orlando, Magalys Sánchez, Froilán Escobar, Ileana Prieto, Omar Felipe Mauri, Albertico Yáñez; se empieza a matizar con intereses distintos esa literatura y, por supuesto, a penetrar en esta Editorial.
Con el colapso producido en el mundo editorial en los años 90, Gente Nueva produce una serie de plaquets como todas las editoriales cubanas, pero todavía seguía siendo un poco clásica. Hasta finales de esa década, cuando se empieza a arreglar un poco el mundo editorial, y en la primera parte de los 2000, se seguía considerando así —se publicó mucho a Julio Verne, Emilio Salgari, Alejandro Dumas, Charles Dickens, etc.—. A mediados de los 2000, la Editorial se empezó a abrir un poco más a los contemporáneos y eso es lo que ha caracterizado este período, donde hemos buscado nuevos y viejos autores cubanos y también autores extranjeros contemporáneos.
Gente Nueva ha estado dispuesta siempre a cubrir todas las temáticas que se supone debe incluir una editorial para niños. Hemos hecho libros de narrativa y poesía, pero también de arte, de deporte, de historia, de ciencia y técnica que son, además, los más difíciles. Ahora estamos intentando equilibrar esa producción —diría que en los últimos cinco años hemos estado en un período de tanteo—, porque a veces te parece que estás haciendo el mejor plan del mundo, pero la gente quiere Había una vez, o pide El Principito, o La Edad de Oro, es como si no existiera otra literatura infantil en el mundo que La Edad de Oro, u otro autor que Dora Alonso. Le estamos dando al lector opciones interesantes, nuevas, sin embargo, hay un preconcepto, una tradición que lógicamente cuesta mucho vulnerar, cambiar, y eso caracterizaría este período.
Estamos tratando de hacer libros más atractivos. Vivimos un reto, en una lucha constante con los ilustradores, porque los tenemos muy buenos, muy artísticos; pero hay que lograr un equilibrio con la media del gusto de las personas porque, de cualquier manera, el libro aunque defienda lo artístico, es una mercancía, y debemos trabajar para que llegue al público. Eso es una ley del libro en cualquier lugar del mundo.
Experimentalmente hemos querido acercarnos más a ese público, por eso debemos inaugurar una ludoteca que se va a llamar La Noche, una galería de arte llamada Sueño Despierto, que siempre va a tener una exposición y la librería El Cochero Azul, que pretende ser una vitrina de todo lo producido para niños en el país. La idea es acercarnos al pueblo para proseguir con la línea de trabajo comunitario realizado a través del Pabellón Infantil durante 12 años, es decir, con aficionados e instructores de arte. En estos últimos períodos, Gente Nueva se ha ido acercando más al público, pero no siempre lo suficiente porque cuesta mucho trabajo satisfacer todos los intereses.
Un sector al que la Editorial se ha ido acercando también es al juvenil, probablemente, el menos identificado como grupo lector.
Pensando en ese público hemos hecho dos colecciones: Ámbar, la de policíaco, fantasía, heroica y ciencia ficción; y Veintiuno, que es la de las novedades. Veintiuno también tiene literatura infantil; sin embargo, para nosotros a veces es casi juvenil, porque son libros que la gente no está acostumbrada a leer. Por ejemplo, toda la saga de La increíble historia de Lavinia, La muñeca viva y La muñeca del alquimista, de la italiana Bianca Pitzorno son textos que atacan el capitalismo, abordan la realidad de los niños, el menosprecio de los adultos por estos y la explotación infantil. Entonces, de alguna manera, funcionan como literatura juvenil aunque los personajes sean niños. Hay muchos libros clásicos que aquí no se han leído aunque se han visto las películas; por ejemplo, Un puente a Terabithia, novela maravillosa de Katherine Paterson; la saga de Las crónicas de Narnia, y algunos textos de Tolkien.
Nos hemos acercado al público juvenil, pero no todo lo que quisiéramos. Contamos con la colección Primavera donde se han publicado autores como Stefan Zweig, Alejandro Dumas, Jane Austen y también novelas cubanas, de Mirta González, Roberto Milián, hay una novela mía. Pretendemos aproximar la novela de amor al público actual, con las inquietudes y sentimientos del cubano.
En Ámbar es más sencillo. Estamos preparando títulos de diez autores contemporáneos cubanos, entre estos, algunas antologías de ciencia ficción porque hay un fuerte movimiento de autores de esa tendencia. No hay mucha inclinación a escribir novelas de amor, no hay apenas novelas de aventura. Esto es una carencia de la Editorial y no sé por qué, porque hay paisajes increíbles y situaciones históricas que se podrían rescatar, pero debemos forzarlo. Diez años atrás, el Premio La Edad de Oro convocaba temas específicos dentro de la novela y siempre era una lucha, porque se quedaba la mitad de los géneros desiertos, pues rara vez se encontraba un libro que a la Editorial le pareciera adecuado.
¿Cuáles otras colecciones de reciente incorporación o que planeen incorporar quisiera destacar?
Este año salimos con una colección en el formato de álbum medio ilustrado de libro pequeño. Con ese formato ha salido una serie de adaptaciones de ballets que son muy gráficos en imágenes y que se inició con una versión de El lago de los cisnes y el Cascanueces, de Dumas. Pensamos hacer Giselle y El pájaro de fuego para el 2013. También para el próximo año pensamos sacar una colección de canciones infantiles, no un cancionero, sino álbumes ilustrados, libros de imagen, porque estamos conscientes que la riqueza de las canciones infantiles se ha perdido un poco, sobre todo en los círculos infantiles.
Hay una colección en proyecto que es Cien preguntas. Ya está listo para salir Cien preguntas sobre Historia de Cuba, de la Doctora Francisca López. Además, verá la luz Cien preguntas sobre José Martí, y estamos preparando Cien preguntas sobre las ciencias. Queríamos abordar distintos temas, pero ese tipo de literatura muy especializada requiere de otro tiempo de producción y redacción. Pretendemos reimprimir los libros sobre el origami y el papalote, que fueron muy exitosos.
Queremos hacer un plan de producción que sea también del libro y no solo de literatura —también hay otros temas que no son literatura y que son libros para niños—. Es bueno hacer libros de colorear, de pasatiempos, que son muy solicitados. También tenemos una colección de acordeones, con preguntas y respuestas sobre Historia, y los troquelados que se añadieron desde hace tres años —fuimos los punteros en esto a partir de la tesis de grado de una muchacha de diseño—. Son muy bonitos pero son muy complejos porque aunque el costo editorial es bajo, el de la poligrafía es muy alto. A la gente le encanta, pero es una producción completamente subsidiada por el estado. Son libros que cuestan más caros, sin embargo, tienen un precio de venta mucho más bajo.
¿Qué autores cree que no se deban dejar de mencionar en el recuento de estos años?
Dora Alonso, que abandonó la literatura para adultos y se acercó a la literatura para niños con un interés, con un apasionamiento, con una dedicación… Fue una autora que publicó mucho y tiene también una literatura fronteriza hacia la literatura para adultos que pueden aprovechar los niños. Onelio Jorge Cardoso, por supuesto. Eliseo Diego, con su único libro para niños, pero con todo su trabajo teórico y de promoción, él fue el de la idea de fundar la revista En Julio como en Enero y, por supuesto, Exilia Saldaña, una persona que marcó pauta. Renée Méndez Capote también trabajó muchos años en esta Editorial.
Entre las generaciones más contemporáneas podríamos mencionar a Teresa Cárdenas, Albertico Yáñez —que lamentablemente ya no está entre nosotros—, Antonio Orlando, Omar Felipe Mauri, Olga Marta, Magalys Sánchez, Julia Calzadilla, Nersys Felipe. Hay varias generaciones de escritores que han ido marcando puntos importantes en el desarrollo de la literatura infantil cubana y, por supuesto, van a seguir teniendo aquí su espacio. De alguna manera, su obra va a estar representada en todos los planes editoriales que hagamos y en los espacios que se están creando en la Editorial para el trabajo sociocultural de la comunidad.
¿Cuál es la mayor fortaleza de Gente Nueva?
La juventud. Tenemos un colectivo muy joven, lleno de inquietudes, de iniciativas, eso junto con la experiencia de los años acumulados ha permitido alcanzar una media de excelencia para hacer libros bien estudiados, editorialmente bien trabajados. Es un reto hacer un plan de casi cien libros al año, constantemente hay que estar leyendo mucho, es muy tensionante trabajar contra un cronograma como ese; pero creo que se logra porque hay un colectivo vivo, muy dinámico, emprendedor.